Este pasado lunes en Lanciego se llevó a cabo el primer encuentro del taller “Con nombre(s) de mujer(es)”, un espacio que reunió a vecinos y vecinas para tejer con palabras el legado invisible de las mujeres que han dado forma al pueblo.
Oganizado por el Ayuntamiento de Lanciego, la concejala Raquel Zabala cuenta con una interesantisima recopilación de historias y documentos que rescatan la memoria de las mujeres que han dado vida a este pueblo a lo largo de los siglos en una exhaustiva labor de investigación en archivos parroquiales, protocolos notariales y testimonios locales. Zabala pone en valor el papel de las mujeres en la historia de Lanciego, a menudo olvidado en los registros oficiales.
El pasado de Viñaspre emerge: de epidemias a mujeres pioneras
Entre los documentos destacados se encuentran las notas de los libros sacramentales de la parroquia, iniciadas en 1564 por el cura Juan de Vallejo y continuadas por Martín de Foronda y Martín Pérez de Viñaspre. Estas anotaciones, transcritas en 1991 por el párroco Zoilo Calleja, recogen sucesos que reflejan la mentalidad de la época, y como vivieron los acontecimientos como la rebelión de las Alpujarras, la batalla de Lepanto o la devastadora peste de finales del siglo XVI, que dejó en Viñaspre apenas veinte vecinos tras la muerte de más de setenta personas.
Entre los nombres rescatados del olvido destacan mujeres como Catalina Ximénez, quien en el siglo XVI pidió ser enterrada en la iglesia de Acisclo y Vitoria junto a sus familiares, con 150 misas rezadas y 20 cantadas por su alma; o Osana López de Lafuente, que solicitó un cortejo fúnebre con clérigos de Lanciego, Kripan y Yécora.
También aparece Catalina González, viuda que en 1609 hipotecó una viña para sacar un censo, mostrando su capacidad de gestión en un mundo dominado por hombres. Estos pequeños pero significativos rastros revelan la presencia activa de las mujeres en la vida del pueblo.
La investigación también ha sacado a la luz episodios más duros, como un “concierto de estupro” de 1625, donde un hombre pagó 150 ducados por deshonrar a una mujer, reflejando las concepciones de justicia y honor de la época.
Avanzando en el tiempo, Raquel Zabala ha destacado figuras más recientes que sostuvieron la comunidad: maestras como la señorita Feli, que enfrentó desigualdades salariales, o Inocencia, “Ino”, que llegaba desde Kripán; modistas, lavanderas y tenderas que, con su trabajo diario, tejieron la vida social de Lanciego.
“Este encuentro es solo el comienzo para recuperar las voces de nuestras antepasadas. Sus historias, sus luchas y su legado merecen ser contados”, afirmó Zabala. Con la colaboración de Mentxu Ramilo Araujo dinamizadora de este taller el Ayuntamiento de Lanciego quiere invitar a toda la comunidad a seguir participando en esta tarea de memoria colectiva, para que los nombres y las vidas de estas mujeres nunca caigan en el olvido. El próximo encuentro previsto tendrá lugar el 27 de octubre al que le continuarán otros dos más programados en el mes de noviembre.
Las mujeres de Lanciego reavivan la memoria colectiva
El taller no solo rescata del olvido nombres y anécdotas, sino que invita a una reflexión colectiva: ¿cómo esas vidas anónimas moldearon el carácter de Lanciego? Las participantes, con mucho entusiasmo, revivieron momentos que van desde lecciones escolares bajo la luz de una vela hasta charlas vespertinas en la plaza, demostrando que la memoria no es un eco lejano, sino un fuego que se aviva con cada testimonio.
Este primer paso abre la puerta a más encuentros y nuevas conversaciones que fortalezcan los lazos y celebren la esencia femenina del municipio.
Txomin Ruiz.