📌’Una mirada a la muerte: ElVillar presenta una exposición por su cementerio centenario’

Puede parecer un poco extraño o anecdótico, pero la muerte también se celebra en un sentido positivo, como en el caso del centenario del cementerio inaugurado en la localidad de El Villar en 1924. Este aniversario ha sido motivo no solo para recordarlo, sino también para conocer sucedidos y pequeñas historias relacionadas con la muerte.

El diácono Natxo Izco, quien coordina el grupo interparroquial y a su vez es diácono en la zona pastoral de Laguardia, no ocultaba su satisfacción ante el elevado número de personas que abarrotaban ayer domingo la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de esta localidad.

Tras un audiovisual en el interior de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de El Villar, Izco fue contando y repasando algunos ritos y tradiciones relacionados con la muerte, en parte ya desaparecidos, para dejar constancia de un aspecto más de nuestra historia, señalaba.

Ante una situación económica muy precaria, el Ayuntamiento de la época tuvo que utilizar la piedra de un viejo depósito de aguas que ya no estaba en uso y trasladarla al nuevo emplazamiento por vereda o prestación personal. Un donativo del obispo de la diócesis de Vitoria de 1.500 pesetas, con la condición de que el Ayuntamiento se comprometiera a cumplir unas condiciones, permitió lograr el propósito que todos tenían en mente.

Por lo general cuando se producía el trágico desenlace se hacían sonar las campanas mediante tres toques y mediante dos si las fallecidas eran mujeres, si el entierro por ejemplo era de un párvulo o un niño se hacían siempre sonar las campanas más pequeñas y se denominaba ese toque «de gloria».

A los finados se les colocaba un escapulario y se les amortajaba vistiéndoles con sus mejores galas o bien con un hábito religioso, la capilla ardiente se disponía en la misma habitación del difunto mientras se cubrían los muebles con paños negros y se colocaban velas a los lados de la caja.

  • La iglesia de Elvillar usaba un féretro reutilizable para los «pobres de solemnidad», devolviéndolo después del entierro

El velatorio nocturno se reservaba a los hombres que cuidaban que no se apagasen las velas que ardian junto al difunto. Cuenta Izco que el velatorio nocturno en numerosas ocasiones perdía su sentido original convirtiéndose en una reunión social en la que se comentaban los sucesos ocurridos en el pueblo o se jugaban las cartas para hacer más llevadera la vela nocturna del difunto.

Todos los vecinos añade estaban dispuestos a ayudar en lo que hiciese falta así como a respetar el duelo de la familia y en caso de no hacerlo se consideraba una falta de respeto además solía ser los vecinos más próximos los que ayudaban a hacer las labores de la casa como atender el ganado a hacer la comida para la familia.

Existía, sobre el coro de la iglesia de Elvillar, un féretro o caja vacío que se empleaba cuando la persona o transeúnte no disponía de recursos económicos, o dicho de otra forma, cuando se trataba de aquellos considerados «pobres de solemnidad». En estos casos, al finado se le introducía en la caja y se le llevaba al cementerio de la localidad; luego, se le envolvía en un sudario, se vaciaba la caja, que retornaba de nuevo a la iglesia para ser utilizada en otra ocasión.

Hay más costumbres, ritos y anécdotas que el diácono Nacho Izco ha recogido y que se pueden ver a través de unos paneles colocados en el interior de la iglesia de la Asunción de Elvillar. Una exposición que tiene como título: «Creencias y ritos en torno a la muerte», que se podrá visitar, además de los días de las fiestas de la Virgen de la Asunción y San Roque, del 21 al 23 de agosto en horario de 12:00 a 14:00 horas, y el 23 de agosto de 17:00 a 19:00 horas.

Txomin Ruiz.

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