
Este relato se inspira en las investigaciones de Jesús Fernández Ibáñez, un apasionado historiador y etnógrafo nacido en Elciego , del cuál ya hemos hablado en este blog hace unos meses al descubrir su interesantísimo blog «Elciego histórico» donde desentraña con rigor estos tesoros ocultos, como la ermita de San José, ausente de catálogos habituales.
Su profundo interés por la historia y el folklore de Elciego se refleja en numerosos artículos y dos libros que exploran las tradiciones e identidad de su pueblo natal.
Documentos familiares revelan su existencia
En Elciego, señala Jesús Fernández las ermitas documentadas de los últimos cinco siglos incluyen San Vicente, San Roque, la Virgen de la Plaza y la desaparecida Santa Cruz. Sin embargo, la ermita de San José permanecía en la sombra. Ubicada en la parte sur de la villa, cerca del río Ebro —antigua frontera natural—, coexistía con vestigios como la Fuente del Fraile y el término Valdefrailes, que evocan una presencia religiosa. Esta ermita era un edificio particular de la influyente familia Ruiz de Ubago, como confirman sus archivos.
A finales del siglo XVII, el topónimo «San José» aparece en heredades legadas a la ermita de la Virgen de la Plaza. La documentación se precisa en el siglo XVIII. Juan Antonio Ruiz de Ubago Navarrete, acaudalado patriarca fallecido en 1714, deja en su inventario una heredad con viña, olmeda, casa, horno, ermita de San José y cubo de molino, todo «bien notorio» junto al río Mayor. Su esposa, Clara Ramírez de la Peciña, muere en 1720; su inventario detalla objetos litúrgicos para la ermita: una casulla de damasco blanco, alba de ruán, relicarios de monjas, mantel para el altar, purificador, cáliz de plata, candeleros y un cuadro de San José. Estos indican que clérigos de la familia oficiaban misas allí, vinculados a la parroquia de San Andrés.
Toponimia y Legado Persistente
En 1783, el inventario de Vicente Ruiz de Ubago y Busto, ( imagen de portada) sobrino nieto del anterior y titular del mayorazgo, menciona media fanega contigua a la ermita, junto a un corral y eras de trillar. Un siglo después, en 1886, el marqués de Riscal —heredero de tierras de los Ruiz de Ubago— compra una finca de 4 áreas y 50 centiáreas a Lorenzo Díez Caballero Pombo, casado con una Ruiz de Ubago. Aunque el contrato omite el nombre, el asentamiento la registra como «San José». Este topónimo perdura: en el siglo XX, un pabellón de la bodega del marqués retiene el nombre.
Estas piezas —documentos cronológicos y nombres geográficos— prueban la existencia de la ermita, que decayó por crecidas del río o el auge parroquial en los siglos XVII y XVIII. La devoción a San José migró al altar renovado en la iglesia de San Andrés, dejando un eco en la toponimia sureña de Elciego.
Txomin Ruiz.