📌’Lavaderos de Rioja Alavesa: espacios de trabajo, charla y lucha femenina’

En Rioja Alavesa, los lavaderos son un vestigio del pasado rural que aún resuena en la memoria colectiva. Actualmente, se conservan en buen estado ocho de estos espacios, destacando los de Lanciego y Yécora por su buen estado de conservación. Sin embargo, otros han caído en el olvido, como el de Viñaspre, visible a pocos metros de la carretera a la entrada del pueblo. En Oion, los lavaderos han desaparecido, aunque los mayores recuerdan dos: uno junto a la Fuente Vieja, en la salida hacia Yécora, y otro donde hoy se encuentra la central de teléfonos, cerca del antiguo Ayuntamiento.

La pasada semana de la mano de la escuela de formación «Tomás y valiente» tuvimos ocasión de asistir a una charla que ofreció en la Casa Garcetas de Laguardia la oyonesa Beatriz Gallego historiadora y antropóloga que ha trabajado e investigado sobre el mundo de los lavaderos, esos lugares, mucho más que sitios para lavar ropa, y que fueron espacios clave de socialización, trabajo y transmisión de información, especialmente para las mujeres.

Beatriz Gallego

Su investigación sobre los lavaderos en general sin circunscribirse específicamente a nuestra comarca como centros históricos de la vida rural, tienen un enfoque en la perspectiva de género. Históricamente, los lavaderos eran espacios marcados por roles de género tradicionales. Las mujeres, mientras fregaban la ropa, compartían experiencias, resolvían conflictos y fortalecían lazos de solidaridad. Un ejemplo significativo proviene de Navarra, donde una mujer acudió al lavadero para mediar en un desencuentro, aprovechando el ambiente neutral del lugar.

Situación actual del lavadero de Viñaspre en total abandono

«Cuando en este lavadero se encuentran siete lavando creo que ganan el cielo si todas están callando» (Lavadero de Yanguas, Soria)»

Estas interacciones muestran que los lavaderos eran escenarios de empatía y resolución comunitaria, donde las charlas del lunes, tras los bailes del domingo, tejían historias y reflexiones de la vida cotidiana.Sin embargo, la realidad no siempre era idílica. En contextos urbanos, como el lavadero de Gaztelur en la plaza de la Virgen Blanca, señalaba las mujeres enfrentaban miradas indiscretas y comentarios machistas que las sexualizaban o estigmatizaban, tildándolas de «mujeres de la vida» o incluso «brujas».

Además, las condiciones de trabajo eran duras, con problemas como la falta de agua o la contaminación, como señalan estudios realizados en Brasil. Estos espacios también podían ser entornos de juicio social, donde las mujeres eran criticadas por su apariencia o su labor. Hoy, algunos lavaderos están siendo recuperados como espacios asociativos, especialmente por asociaciones de mujeres que los utilizan para actividades comunitarias.

“Lavadero, lavadero de las mujeres. Donde se levantan los malos pensamientos y los malos quereres» (oído en San Román de Campezo)»

Aunque su función original ha cambiado, indicaba Beatriz Gallego estos lugares preservan su esencia como puntos de encuentro, desafiando estereotipos de género y visibilizando las vidas, logros y desafíos de las mujeres. La investigación de Gallego cuestiona la idealización de los lavaderos, que a menudo ignora las dificultades de las trabajadoras y la ausencia de hombres en estas tareas, y subraya su relevancia como símbolo de resistencia y comunidad.

En un mundo marcado por la desinformación, reflexionar sobre los lavaderos invita a replantear las narrativas de género y valorar los espacios de diálogo. Como afirmó una investigadora, “la sabiduría es un peligro para los poderosos, cuya ignorancia es su mejor arma”. Los lavaderos de Rioja Alavesa, con su legado de charlas y solidaridad, nos recuerdan el poder de la comunicación y la empatía para transformar realidades pasadas y presentes.



Txomin Ruiz.


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